viernes, 30 de septiembre de 2011

Recital poético

Lo había encumbrado a lo más alto de las artes y de las letras la forma más pura de expresión del sentimiento, la poesía sin palabras, de la cual él era maestro y apóstol y yo ferviente admirador. Dispuso los folios inmaculados en el atril y dio comienzo a la lectura muda de sus versos no escritos. Al final del recital, tras tres cuartos de hora de vívidas emociones provocadas por lo que de sus silentes labios nunca llegó a salir, los asistentes no pudimos reprimir los aplausos, sinceros, sentidos y entusiasmados. Yo lo hice con los brazos cruzados sobre el pecho, otros prefirieron hacerlo con las manos en los bolsillos. También vi a un par de espectadores con las manos detrás de la espalda en la primera fila. El silencio de la espontánea ovación fue atronador. Los más descarados (no diré los más arrebatados porque todos estábamos subyugados por lo que no habíamos escuchado) nos acercamos a la tarima para que nos firmase su antología. Quise que me la dedicara personalmente y por eso silencié mi nombre. Yo mismo le ofrecí para ello el bolígrafo sin tinta que siempre llevaba en el bolsillo interior de mi americana. Escribió una rima, muy breve, deslizándolo con pausa por la primera página de su libro en blanco y sin título. Me devolvió el poemario y el bolígrafo sin decir nada, lógicamente. La belleza de la dedicatoria que no acerté a leer me hizo llorar, arrobado. Ninguna lágrima cayó de mis ojos secos y conmovidos.

8 comentarios:

  1. Enhorabuena por el blog.
    Espero que tenga actualización diaria. Necesito mi dosis de vivanquismo todos los días.

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  2. Este relato me ha dejado sin palabras...

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  3. Lamento no poder cubrir tus expectativas, amigo anónimo. La idea inicial es ir colgando textos ya editados. Y, lógicamente, no me da para uno diario. Tendrás que ser más paciente ;-) Gracias por leerme con tan buena predisposición.

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  4. Me gusta tu poeta silencioso, hace que me guste la poesía, claro que no sé si esto es muy bueno o muy malo. Que no me oigan los poetas.
    Lástima que no actualices cada día. Serían unos tres libros al año de 120 micros cada uno. Para que luego digan de la microliteratura.

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  5. Entiendo que no lloró porque eso interrumpiría el contacto visual necesario creando interferencias que podrían dar lugar a perder parte de la poesía y, por tanto, dificultar su entendimiento. Muy lúcido. A veces esa poesía expresa más que la otra y acabará haciéndose un lugar en la literatura. Al tiempo.

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  6. Lloró a cántaros. Pero a cántaros vacíos, claro está. Jesús, tres libros... Cuando engañe a un editor para el primero, hablamos ;-)

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  7. La lectura del Recital Poético ha sido una silenciosa gozada. Gracias, Doctor, por sus homeopáticas microcápsulas literarias.

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  8. Qué zalamero, Dr. Amor, jajaja. Gracias a vos.

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