martes, 26 de noviembre de 2013

Triplenilunio

Desde que salen tres lunas, una debajo de la otra, alineadas como los botones de una inmensa camisa de negra seda, aún se entiende menos el comportamiento de las mareas. El ayuntamiento ha cesado, por innecesarios, a dos tercios de los serenos. Los poetas que no se han colgado de un árbol se pasan las horas suspirando. Los perros aúllan el triple y los gatos, de tanta luz nocturna como tenemos, han dejado de ser pardos. Lo peor viene al dibujarse en el cielo la triple luna llena: lo de los licántropos va a tener, nos cuentan, muy difícil solución.

martes, 19 de noviembre de 2013

Un color ignoto

A la conclusión del congreso, los lingüistas anunciaron, para alborozo de académicos y filólogos de todo el mundo y pasmo de la población en general, el relevante hallazgo de la palabra que habría de definir un nuevo color maravilloso y su inminente inclusión en la futura edición del diccionario normativo. Aplaudieron unos la sonoridad de la misma, loaron con entusiasmo otros su oportunidad, todos coincidieron en destacar la adecuación del nombre dado.

Ejércitos de exploradores y aventureros de los cinco continentes se apresuraron a adentrarse en la Amazonía esmeralda, a perderse en los desiertos, ocres y hostiles, y a recorrer de extremo a extremo los níveos casquetes polares, embarcados en expediciones científicas cuyo único objetivo era descubrir en la naturaleza ese color increíble, fantástico y todavía desconocido que ya tenía nombre.

Pasan los años sin que llegue el ansiado anuncio del hallazgo que todos esperamos. Pero no perdemos la esperanza.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Almohada insomne

Mi almohada padece de insomnio. Siempre que se lo comento a alguien pone cara de extrañeza. Como usted ahora mismo. Pero es así, no logra dormir. No para de moverse tratando de conseguir la postura que le permita conciliar el sueño y, cuando se cansa de dar vueltas, se levanta y va por el pasillo arriba y abajo. Toda la noche. Parece sonámbula pero, claro, qué más quisiera ella que serlo. Significaría que, al menos, duerme, ¿a que sí? Deambula hasta que se aburre y vuelve a la cama y se repite de nuevo todo el ritual.

Es por eso por lo que yo descanso tan mal. Pero, ojo, para nada la causa de que me duerma y acabe llegando siempre tarde al trabajo. No, no, ni mucho menos. La culpa de mis retrasos la tiene el despertador. Se me queda dormido y no suena, ¿qué le parece? Tiene narcolepsia. Qué desastre. Ahora que pienso, ojalá intercambiaran sus males. Sería lo ideal, ¿verdad?

(Podéis escuchar este texto en Los jardines de Puck, por gentileza de Mar G. Mena)