martes, 4 de junio de 2013

Una aparición mariana

Llovía afuera y yo no tenía paraguas. Eso le dije. No sabía a qué más apelar. La Virgen me miró, visiblemente irritada, harta de mis excusas y de mis remilgos. La imaginería tradicional la había representado durante siglos más alta, más guapa y, sobre todo, más pálida de lo que en realidad era.

–¿En serio tengo que salir a matar a todos los ingleses? –volví a objetar.
–Como lo oyes. A todos sin excepción –repitió por enésima vez con expresión de fastidio, tras comprobar que el manto de pedrería le arrastraba y que la borra campaba a sus anchas por la alfombra de mi apartamento. Los querubines mofletudos revoloteaban atolondradamente por la habitación chocando entre sí, como polillas desorientadas, ajenos a la discusión–. Que no quede ni uno –remarcó.
–Pero, ¿por qué? –insistí.
–Porque sí, porque lo digo yo. Porque son protestantes. Mira, chico, Juana de Arco no tuvo tantos miramientos. Se puso manos a la obra y punto. Y la elevaron a los altares por ello –gruñó.
–Señora, es que eran otros tiempos… –acerté a balbucir antes de que se desvaneciese con su séquito en una densa humareda sin ni siquiera despedirse.

A través de la ventana abierta llegaron los cánticos de los hinchas más feroces del Chelsea, entonados por unos tipos remojados y con pinta de simio antropoide que bajaban por las Ramblas, enfundados en sus camisetas azules. Tragué saliva con dificultad.

14 comentarios:

  1. Interesante forma de relatar el absurdo de querer matar por religión.

    Saludos desde Argentina.

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    1. ¡Imagino que la Virgen se empleó más a fondo cuando consiguió convencer a Juana de Arco! De lo contrario no me lo explico, de verdad...

      Saludos oceánicos,

      D.

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  2. Evidentemente son otros tiempos o eso nos creemos.

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  3. Jajajaj, me encantan tus relatos de no fútbol, la otra religión.

    Besos desde el aire

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    1. Pues eso es genial, Rosa, porque no creo haber colgados más que dos o tres de fútbol...

      Besos terrestres,

      D.

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  4. ¡Genial, David!

    Admiro esa mirada irónica, esa crítica constante -tan bien construída, tan bien camuflada de humor- de estos micros tuyos.

    Dejo aquí mis aplausos y me voy con la esperanza de que -al menos en la ficción- el entrenador no se salvara por portugués.

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    1. Gracias una vez más, maestro. Me doy por aplaudido y, mientras tanto, me quedo con la duda de si cuando lo escribí el equipo de marras tenía ya al entrenador portugués. Diría que sí.

      Un abrazo,

      D.

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  5. David, gracias por darme la oportunidad de felicitarte al releer este microrrelato. Tiene mucho ingenio y juega con esa realismo mágico que tanto me encandila.

    Ya no me queda nada para acabar "Cruentos ejemplares y otras microficciones" y desde luego recomiendo su lectura, y también su relectura.

    Abrazos.

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  6. Jo, gracias, Nicolás. Celebro muchísimo que te esté gustando.

    Aquí siempre tendrás oportunidad de felicitarme y recomendarme ;-) Cuantas veces quieras, además.

    Abrazos septentrionales,

    D.

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  7. Hay que ser más crédulo, y sumiso, David. Así nunca vas a ir al cielo.

    P.D. Para que veas lo que son las apariciones, acabo de cruzarme en Atocha con uno y he dicho joder sI es David VivancoS. Luego he visto que no eras tú, pero según me lo cruzaha me ha saltado un mensaje en el que me aparecía este micro tuyo. Y esto va sin coña.

    Aúpa atleti

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    1. Es que soy omnipresente, amiguito. Y omnisciente. Y omnímodo. Y omnívoro.

      ¡Aúpa!

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  8. Pues a mi me ha recordado aquella frase de: "als Carlins que els mati Deu, si no, que no els hagués fet" (a los Carlistas que los mate Dios, si no, que no los hubiera hecho) je je.

    Abrazos David.

    p.s. ¿quién quiere ir al cielo?

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  9. Como hincha del Zaragoza que estuvo en La Romareda en el partido de ida de la semifinal de la Recopa de 1995, no me gustaría estar en el pellejo de tu protagonista...

    http://www.futbolypasionespoliticas.com/2012/02/la-leyenda-urbana-del-peace-and-love.html

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