martes, 22 de julio de 2014

Invisibilidad

Si a mí el no verme reflejado en la luna del armario tanto se me da. En lo que respecta al espejo del cuarto de baño, ¿qué decir? Tres cuartos de lo mismo. Total, hace años que ni me peino. ¿Por qué tendría que hacerlo si no hay quien repare en mí? Si nadie me ve, soy invisible a los ojos de los demás desde que tengo uso de razón. A mí lo de los espejos es que me da lo mismo, en serio. No mentiría en algo así. No le encuentro ningún sentido a negar la evidencia. Sólo hay una cosa en todo esto, eso sí, que consigue sacarme de mis casillas. Y es que no se me abran las puertas automáticas de los supermercados y de los grandes almacenes cuando me planto delante de ellas. Que no perciban mi presencia. O no la adviertan, no sé qué verbo hay que utilizar cuando uno se refiere a la capacidad de un engendro –o ingenio– mecánico de detectar a alguien. Sólo eso me altera. Por el frío. Y más con lo crudo que está siendo este invierno. Por el frío, sí, sobre todo por el frío.

13 comentarios:

  1. Jajajaja. Pobre, como le comprendo. Hay veces que debo ser invisible. No se abren las dichosas puertas. Me encanta la forma en la que sacas punta a las situaciones más cotidianas creando otras historias.

    Besos desde el aire

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    1. ¿Quién no se ha sentido invisible alguna vez? Que tire la primera piedra. ¡Contra la puerta del supermercado!

      Besos desde el bancal,

      D.

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  2. Pregunta: ¿y si se pone un abrigo? Tendrá menos frío, será visible (a lo mejor no le interesa) y quizás... bueno, con las puertas esas nunca se sabe, tienen sus cosas.

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    1. Bah, Luisa, un hombre invisible, por mucho que se queje, nunca renunciará a las ventajas que le concede, precisamente, su invisibilidad. Así que... ¡nada de abrigos!

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  3. Si es que ser invisible no es moco de pavo, no. Yo conocía a un tío que lo era y tuvo que dejarlo porque sólo tenía amigos en Navidad. Y no es vida.
    Un abrazo, David.

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    1. Te dijo que lo dejó por eso pero en realidad fue porque no sabía qué hacer con tanto chisme inútil. Hazme caso.

      Un abrazo, maestro,

      D.

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  4. Claro, las puertas del súper y las cámaras de seguridad no están pensadas para hombres invisibles. Porque dime tú, robar un cajero y que no te vea la cámara no tiene gracia. Ninguna.
    Un abrazo

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    1. ¡Ciertamente, Anita! Hummm, me parece que tu comentario bien podría derivar en otro micro, ¿verdad? Jejeje.

      Un abrazo,

      D.

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    1. Lo celebro, Leonardo, lo celebro. Gracias por tus amables palabras.

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  6. Y es que los problemas cotidianos, los invisibles, son los verdaderos problemas... gggggggg

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