lunes, 21 de octubre de 2019

Mi oreja

Me encanta cuando me mordisquea con ese cuidado el lóbulo de la oreja. Me arrebata cuando me musita procacidades al oído y siento su aliento que me cosquillea. Me excita cuando me introduce, sensual, la punta de la lengua y me la humedece. Cuando, después de otra tanda de obscenidades y jadeos, aplica los labios a mi oreja y sorbe y sorbe y noto el vacío succionador y la pérdida de masa encefálica. Todo se me muestra borroso con su aspiración de ventosa. Y medio me desvanezco cada vez que se emplea así, a fondo, al mismo tiempo que voy perdiendo la consciencia y, también, mis recuerdos.

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