Paseo entre los caballetes y los lienzos inacabados del estudio de mi amigo. Al poco de entrar en el bufete ya me había confesado su vocación pictórica. Alguna vez lo había sorprendido rescatando un legajo del archivo y garabateando desnudos en el dorso de aquellos papeles. Recuerdo que tomó la decisión tras el hallazgo del cuerpo de Laura, una chica que hacía la pasantía en nuestro despacho, después de semanas de búsqueda en el vertedero. El crimen conmocionó a toda la ciudad. Se convocaron diferentes manifestaciones, una huelga y los carnavales fueron suspendidos. Ese mismo día se despidió y comenzó a pintar.
Curioseo mientras prepara café. En un cajón descubro bocetos, principalmente marinas, escenas de cacería y un bodegón con un pichón y tres faisanes. Dentro de una carpetilla encuentro el bosquejo de lo que parece una joven muerta, entre basuras, fechado en enero del año del asesinato de Laura.
Uyyyyyuyuyuyu...Exabogado-asesino- pintor?...
ResponderEliminarBesos desde el aire
¡Chist!, no desveles el final... ;-)
EliminarBesos desde tierra, Rosa.
Ya veo que solo sabía pintar naturaleza muerta en el sentido literal de la palabra.
ResponderEliminarMás o menos. Gracias por pasarte, Luisa.
EliminarMuy intrincada la historia que me imagino entorno a tu historia. Me gusta cuando los cuentos crecen con la participación del lector.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo celebro, Sara. Me gusta daros trabajo, jejeje. Un abrazo para ti también.
EliminarMe ha gustado la historia. Lo que menos me gusta el nombre de tu muerta, pero eso es pecata minuta. ;)
ResponderEliminarDe lo demás, decirte que esos bodegones, a mi entender : sobrios y oscuros (pichones, faisanes...), ya denotaban la extraña habilidad del pintor por todo lo muerto....
¡¡Buen micro David!!.
Recibe un abrazo desde mis palabras.
Gracias por tus palabras. Un abrazo para ti también. Dime cómo quieres que se llame mi próxima víctima ;-) Laura seguro que no será...
EliminarComparto plenamente el comentario de Sara, David.
ResponderEliminarUna de las características que más valoro del género y que este micro regala, es que sugiere la historia que el lector completa a su gusto. Por si ello fuera poco, este goza de una organización sutil de su materia narrativa, con lo que nos va llevando a sospechar y querer confirmar nuestras sospechas.
Gran trabajo, amigo.
Un abrazo.
Gracias, Pedro, siempre tan benévolo con los autores de los blogs que visitas. Un abrazo, amigo, celebro que te haya gustado el micro.
EliminarEstupendo micro, David, con intriga y humor negro marca de la casa. Lo unico que despista un poco ese cambio de espacio-tiempo entre las dos primeras frases. Se entiende, pero a mí al menos, me ha hecho detenerme un momento.
ResponderEliminarAbrazos, David!
Gracias, maestro, sabes cuánto valoro tu opinión. Lo cierto es que no sé muy bien cómo resolver el tema de los tiempos verbales. Creía que se entendía bien, no hay cosa que me fastidie más que obligar al lector a releer un texto. Posiblemente tengas razón y algo falle. Trataremos de ir subsanando esas... ¿imperfecciones? Abrazos, amigo.
EliminarSi es que la profesión marca... y al final te da la vuelta y pasas de abogado a criminal en un momentito.
ResponderEliminarEs verdad que hace falta una relectura, pero hace que el relato crezca.
Un abrazo
nooooo, la relectura no lo hace crecer... ¡al contrario! Maldita sea, el texto parece que falla. hablaré con mis abogados. Por hacerlo público ;-) Un abrazo, Anita, espero que pronto esté el libro en tus manos.
EliminarEstaba claro lo de este abogado era las naturalezas muertas aunque tuviera que colaborar a que así fuera.
ResponderEliminarBesitos
Exacto, Elysa. Espero que haya sido de tu agrado. Besitos.
EliminarBien redondo. Me gustan las frases tajantes. Quizás tu amigo pensó que hay cuerpos pidiendo a gritos una buena pincelada.
ResponderEliminarBelkys, bienvenida a mi particular mundo. Si te gustan las frases tajantes, te diría que has llegado al lugar idóneo. Me temo que el sarcasmo y la causticidad son marca de la casa. Que conste que el protagonista es mi amigo literario, ¿eh? ¡Que yo conozco a ningún homicida! O eso espero, vamos...
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