miércoles, 30 de octubre de 2013
El bebé
Tiene la nariz de tu madre. ¿No te habías dado cuenta? En realidad, de nariz para arriba es un González, no te quepa la menor duda. Los ojos son los de la abuela Catalina, tan pequeños y juntos, redonditos, ¿verdad?, y del mismo color que los tuyos. Es algo que no puedes negar. Las orejas, también de tu padre, ¿no ves los lóbulos? Incluso la frente. Eso sí, la boca, los labios finos, la barbilla, son los de mi hermano y tiene mis mofletes. Podríamos hablar de las manitas, sigo pensando que de González aunque tú no seas de ese parecer. Yo lo tengo claro pero tampoco es cuestión de discutir. Míralo, obsérvalo bien. Fíjate, ¿no crees que hemos engendrado a un monstruo? ¿A que sí?
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Una bonita escena muy típica cuando nace un bebé, pero con un final sorprendente, hilarante... Gracias por las risas y el buen sabor de boca que siempre me regalas.
ResponderEliminarBesos desde el aire
¿Qué sería este blog sin Rosa? Gracias a ti por la fidelidad a estas historietas mías.
EliminarBesos terrestres,
D.
A veces da esa sensación, sobre todo cuando creces y te das cuenta de que eres esto de mamá, esto de papá y te dices ¿y yo dónde estoy?
ResponderEliminarAbrazo
O cuando creces y te das cuenta que tienes las mismitas orejas que el ginecólogo. Pero eso ya pertenece a otro cuento y no a éste, jejeje.
EliminarAbrazo,
D.
Esos finales inesperados, son los que nos hacen apurar la lectura, che.BUENÍSIMO
ResponderEliminarGracias, Lucía. Cada vez es más complicado sorprender a lectores tan curtidos en el microrrelato como vosotros. Pero, vamos, dejar de intentarlo no es algo que se encuentre entre mis planes más inmediatos.
EliminarEsos pequeños monstruos hechos como un patchwork de cachitos de aquí y allá. Es inevitable una sonrisa al leer el final :)
ResponderEliminarRetacería made in doctor Frankenstein... supongo ;-) Gracias por tu comentario, amiga.
EliminarJe je. Nosotros acabamos de tener un sobrinito y en casa hemos llegado a un acuerdo de no buscarle parecidos, al menos hasta que tengan cuatro o cinco años.
ResponderEliminarAbrazos David.
Qué susto. Conforme leía pensaba que me ibas a decir hasta encontrarle las cuatro o cinco diferencias. Como en los pasatiempos, you know.
EliminarAbrazos,
D.
Inevitable y, en ocasiones, monstruoso porque quien diga que no hay bebé feo... jeje.
ResponderEliminarUn abrazo
Querida Mar, bebés monstruosos siempre los ha habido y siempre los habrá. Otra cosa es que sólo tú y yo nos atrevamos a elevar la voz para decirlo ;-)
EliminarUn abrazo,
D.