Me ha seguido hasta casa y ha conseguido, no sé cómo, vencer la
resistencia de la cerradura y abrir la puerta. El estrangulador ha
apartado el sofá del salón de mala manera creyendo que yo estaba oculta
detrás y ha empujado el colchón al suelo, convencido de encontrarme
aovillada debajo de la cama.
A través de las rendijas de la puerta corredera del armario lo he
visto dirigirse hacia mi escondite. Lo ha abierto con violencia y ha
mirado en el interior. La penumbra está siendo mi mejor aliada, si bien
dudo de que acabe dándose por vencido. Se ha girado, ha echado un
vistazo a la colcha, en el suelo, con su quemadura de cigarrillo, y,
tras un instante de duda, ha vuelto sobre sus pasos. Ha metido la cabeza
en el armario y ha tirado de una de las sábanas del montón bajo el cual
me cobijo.
Sin darle oportunidad de retirar ninguna otra más, me he incorporado
rápidamente y he corrido, evitándolo con un empujón, hacia la esquina de
la página. La he pasado y lo he dejado allí atrás, vociferando y lleno
de rabia, en el último párrafo del capítulo nueve.
jajaja, muy bueno y ahí se va a quedar hasta que decidas. Lo de la colcha con el quemado del cigarro genial.
ResponderEliminarAbrazos
Me ha encantado David, es muy divertido imaginar como se escurre habilmente por la esquina de la pagina. Abrazos.
ResponderEliminarRecordadme saltarme el capítulo nueve si es que alguna vez decido releer ese libro ;-)
ResponderEliminarAbrazos,
D.
Muy bueno, fenómeno. Nunca sabes lo que puedes encontrarte en un libro...
ResponderEliminarGracias, Teto. Encantado de tenerte de nuevo por estos pagos...
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