jueves, 13 de octubre de 2011
Historia del jazz, volumen 3
Leo en el suplemento dominical de un periódico de gran tirada que, en contra de lo que todo el mundo creía, Jim Morrison sigue vivo. El músico posa sonriente en la imagen que ilustra el reportaje con uno de esos imposibles trajes blancos que lucía cuando actuaba en los casinos de Las Vegas, medio de espaldas, de modo que se puede apreciar en todo su esplendor el águila de pedrería de la capita. Según informa el rotativo, el músico vive en un destartalado pesquero varado en una playa de Almuñécar y declara llevar una vida tranquila, sin excesos, y no añorar para nada la fama de la que gozó a finales de los años sesenta. Reconoce, eso sí, haberse animado a interpretar, como solía hacer entonces, el himno de los Estados Unidos tocando la guitarra con los dientes en alguna que otra juerga flamenca organizada por los gitanos en la playa. Ni una sola mención sobre cómo logró sobrevivir a los cinco tiros que le descerrajaron frente a la puerta del edificio Dakota.
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Siempre he pensado que puestos a inventar, corre hacia lo increíble que, paradójicamente, tiene más posibilidades de colar.
ResponderEliminarAún tengo un vinilo suyos.
Abrazos, David.
La película era estupenda.
ResponderEliminarTomo nota, Jesús. Catulo, desvarías.
ResponderEliminarSiempre he pesnado que en alguna isla desierta, Elvis, Marilyn, Jim Morrison, Diana de Gales y unos cuantos más, se corren sus juergas a nuestra salud.
ResponderEliminarEste me ha gustado!
Pero... ¿cómo? ¿Los otros no te gustaron? ;-) Me temo que Diana Spencer desentonaría, y bastante, en esa isla, Anita...
ResponderEliminarmenudo batiburrillo, como vivan todos en el mismo cuerpo, se tienen que formar unas buenas trifulcas...
ResponderEliminarBesos desde el aire