Los diarios devorados en busca de inspiración se amontonaban junto a la papelera, llena de arrugadas cuartillas desechadas. Un tipo de Louisiana se había comido a su compañera, previa sazón de sus partes más insípidas, mientras un duque alcoholizado fotografiaba niñas ajenas en sus nobles dependencias, y un cantante negro, que ni siquiera cantaba ya, se metamorfoseaba en hembra caucásica ante la indiferencia de la opinión pública. Le sacó de su ensimismamiento una enorme mancha de tinta en el papel, incapaz de perfilar el monstruo que debía protagonizar su próximo relato por encargo. El escritor deslizó con mimo infantil la pluma estilográfica, demasiado sucia o rota, sobre el borrón fresco, y le añadió grandes ojos, afilados colmillos y doce patitas peludas. Su monstruo, al fin.
Espero que el tipo de Louisiana no fuera Paul Morphy...
ResponderEliminarLa hoja en blanco nunca dejará de asustarnos, ¿no?
ResponderEliminarPero el que no siente el miedo, es como si no existiese.
Saludos
Y arrugas bajo los ojos, y alguna verruga en la mejilla o la nariz para desmitificarlo ¿no?
ResponderEliminarErnesto, ¡a mí no me da miedo! Sólo me siento delante de la hoja en blanco cuando tengo una idea y ganas. De manera simultánea. Y eso no me ocurre tan a menudo, así que cuando se dan esas premisas lo que menos siento es pánico, la verdad.
ResponderEliminarCatulo, no recuerdo el nombre del tipo pero no era Morphy. Fue después de las inundaciones. El duque y el cantante son, por supuesto, fruto de mi imaginación.
Montse, los monstruos no tienen arrugas en los ojos. ¡Pobrecitos! Para eso ya están las folklóricas ;-)
Cuando se leen muchos relatos, efectivamente, es difícil dar con un monstruo propio. Parece que todos salieron ya a pasear. Pero no vamos a dejar de intentarlo.
ResponderEliminarAbrazos.
¿Conseguiremos sacar a todos esos monstruos a la luz? Lo intentaremos... Un abrazo, Susana.
ResponderEliminarEstá bien que consiguiera su propio monstruo. a base de retazos de unos y de otros. Me gustó. Binvenido al mundo virtual. Nos seguiremos leyendo y gracias por tus felicitaciones por mi libro.
ResponderEliminarUn abrazo
Lo que escribe Elena me recuerda a otro solemne monstruo hecho a base de retales, el desgraciado Frankenstein.
ResponderEliminarVengo de donde Agus y, con tu permiso y a pesar de los monstruos :-), me quedo por estos lares
ResponderEliminarUn saludillos
Elena, Puck, bienvenidas. Espero daros motivos suficientes para que sigáis asomandoos por aquí. Catulo, a ti no tengo que convencerte: más que retales, digamos que este monstruo está hecho de borrón... y cuent@ nuev@
ResponderEliminarEse inexplorado mundo del tachonismo que tantos inesperados frutos proporciona al aventurero que se adentra en él...
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