miércoles, 29 de mayo de 2013

Mrs. Robinson

El joven geranio crecía fuerte. Lo regaban con poca agua, justo la que precisaba, y la orientación del balcón le garantizaba las horas de sol necesarias para su normal desarrollo. La voz suave y, a la vez, sensual que escuchaba a través de la corredera entreabierta, el delicado susurro femenino que lo consolaba y que lo animaba cuando creía desfallecer en los días nublados también contribuyó determinantemente a su vigoroso crecimiento. Y todavía había quien dudaba de que las plantas fuesen sensibles a la voz o a la música. Una mañana pudo distinguir detrás de la cortina a la madura begonia de hojas secas y abarquilladas cuyas palabras habían conseguido seducirlo. Entonces el geranio se estremeció.

7 comentarios:

  1. La seducción no entiende de géneros, seduce quién puede y no, quién quiere...

    Besos vegetales desde el aire

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  2. Y el geranio atribulado pensaba cómo iba a explicárselo a sus padres, je je.
    Un abrazo David.

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  3. menos mal que no era una enredadera, esas te atrapan y hasta el casorio no paran jaja

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  4. El mundo botánico es todo un misterio a la par que sugerente. Ahora ya no podré ver de igual manera a las rosas de mi balcón.

    Abrazos.

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  5. Rosa, Miguel, Carla, Nicolás, como de costumbre, gracias por pasaros por aquí y dejar vuestras impresiones.

    En este caso, y como dice Carla, un abrazo de enredadera,

    D.

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  6. Esa inexplicable atracción de las féminas maduras...
    Abrazos, David

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