Hace cosa de dos meses apareció en el barrio una pareja de turistas. Él llevaba un plano en la mano y una cámara de fotos colgando del cuello y ella un vestido estampado y ligero. Nos llamó la atención ya que el nuestro es un barrio obrero y aquí no hay nada que ver, sólo calles bastante feas con bares y zapaterías. Porque otra cosa no, pero nos gusta ir bien calzados. Continuamente se pierden estos turistas y tienen que prescindir del plano porque no lo entienden. Es entonces cuando nos preguntan y nosotros los desorientamos un poco más enviándolos de aquí para allá. Y así todos los vecinos tienen ocasión de acercarse a verlos. A él con su plano y con su cámara y a ella con su vestido estampado y ligero. Con menor o mayor descaro, unos les echan fotos con el móvil y otros los graban en vídeo. Se han convertido, de forma involuntaria y desde que aparecieran de pronto, en la atracción turística del barrio. Y de eso hace, ya digo, cosa de dos meses.
(Este relato ganó la edición del mes de abril de 2015, categoría castellano, de la Microbiblioteca, concurso organizado por la Biblioteca Esteve Paluzie de Barberà del Vallès. Podéis leer los textos premiados en el siguiente enlace)
jueves, 14 de mayo de 2015
martes, 12 de mayo de 2015
Enfrentarse al folio en Tordesillas
Qué mejor forma de retomar Grimas y leyendas después de tenerlas tanto tiempo olvidadas que recordar la charla que tuve la ocasión de mantener con las olas del Mar de incertidumbres en la Sala de actos del Ayuntamiento de Tordesillas el pasado viernes. La sobriedad del marco elegido imponía, así como tomar el relevo de escritores de la talla de Manu Espada, Raúl Ariza, Rubén Abella, Miguel Baquero, Ernesto Ortega o Manuel Rebollar, pero la cálida acogida dispensada tanto por los organizadores como por los asistentes me lo hicieron todo mucho más fácil.
Y nos enfrentamos al folio durante cerca de dos horas que se nos hicieron hasta cortas y lo pasamos (yo, al menos, así lo hice) de fábula, que diría un cuentista. Con bises incluidos, y también firmas cruentas, al calor de unas tapas y unas cervezas en la Plaza Mayor.
Gracias a todos los que hicisteis posible una tarde irrepetible.
Y nos enfrentamos al folio durante cerca de dos horas que se nos hicieron hasta cortas y lo pasamos (yo, al menos, así lo hice) de fábula, que diría un cuentista. Con bises incluidos, y también firmas cruentas, al calor de unas tapas y unas cervezas en la Plaza Mayor.
Gracias a todos los que hicisteis posible una tarde irrepetible.
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