martes, 16 de septiembre de 2014
Malditos Correos
Echado en el camastro, abrió el primero de los sobres que le había tendido el funcionario. Su mujer le contaba cómo iba todo por casa. Muchos besos y tal. Se preguntaba, al final, a qué venía el cuento del niño que quería ser registrador que le había enviado en su última carta desde la cárcel. Rasgó el siguiente. Llevaba remite del abogado. Acusaba recibo de la receta de las croquetas que, por cierto, nadie le había pedido, y lamentaba anunciarle que, al no haberle mandado su versión de los hechos, descartara un pacto favorable con la acusación. Sonrió con amargura. Había adivinado el contenido del tercero antes de abrirlo. La institución convocante del concurso literario le comunicaba que su historia del tipo que acababa en el banquillo por haberle reventado la cabeza a botellazos de gaseosa a una fulana en un modesto hotel de la Rambla había ganado el primer premio del certamen.
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La realidad superando a la ficción, je je.
ResponderEliminarAbrazo maestro Vivancos.
Cielos, ¿te ha pasado lo mismo? ¡Dime que no, por favor!
EliminarOtro abrazo para ti, maestro.
Jajaja las cartas de una en una, como los problemas.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.
Carta a carta, hasta el repóker siempre.
EliminarUn abrazo, Anita.
Que grande Maese Vivancos
ResponderEliminar¡Más grande sois vos, Señora Portabales!
EliminarSiempre se luce usted, Vivancos...
ResponderEliminarBesos desde el aire
El Lucero del Alba, me dicen...
EliminarBesos desde el bancal,
D.