Sentadas en las sillas de respaldo recto de la casa, lloran las plañideras a ambos lados de la cama custodiada por cuatro cirios de misa. Sobre la mesilla, a media luz, un rosario, las copitas mediadas de licor y una taza vacía con unos labios de café perfilados en el borde interior y una cucharita que descansa en el plato. La más chiquita y arrugada entona una triste letanía e intenta ocultar el dolor de su rostro detrás de un pañuelito que huele a lavanda. Una se araña las mejillas y derrama lágrimas con desconsuelo. Otra, gemebunda, se tira de los pelos. Las demás llevan un pañuelo negro en la cabeza y lloran con el corazón roto. Desgarradamente.
En el centro del lecho, sobre las sábanas de hilo, ríe, alborozado, un rollizo bebé envuelto en una manta.
(Relato finalista del mes de noviembre de la V edición del concurso de la Microbiblioteca. Aquí podéis leer el microrrelato ganador y los otros finalistas en castellano)
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