domingo, 24 de julio de 2016

Madrid 2016

La mirada concentrada en algo lejano que a los demás se nos escapa. Respira hondo. Dispone los brazos en cruz, las palmas de las manos hacia abajo. Afianza los talones. Hincha de nuevo el pecho y salta. Las piernas rectas y juntas, las plantas de los pies arqueadas como las de los bailarines de ballet. En su caída, flexiona el vientre, adelanta el torso hasta conseguir agarrarse las rodillas. Gira sobre sí mismo. Una vuelta y otra más. Un salto perfectamente ejecutado y que provoca el murmullo admirado del público, al cual sigue una entregada ovación.

Alguien interrumpe nuestra deliberación. Tampoco esta vez vamos a tener ocasión de puntuar. A este ritmo resulta complicado. Reclama la atención del jurado el siguiente saltador, el que hace dieciséis, cuya silueta suicida se perfila ya en la azotea.

4 comentarios:

  1. Muy bueno David. Me gustó esa silueta suicida.
    Y diré también como si entendiera del tema y como si no hubiese leído a los maestros del género ,Jesús e Iván, que el título no pega nada.

    Ah también me gusta ver estos coletazos blogueros.

    Un saludo indio
    Mitakuye oyasin

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    1. Gracias, tocayo, te copio lo que le respondí a Lorenzo Rubio en ENTC. Aunque supongo que os seguirá disgustando el título, al menos podréis conocer mis razones:

      "Entiendo que un título tan genérico pueda desentonar dentro de un conjunto de historias vinculadas al deporte. En un principio, el texto iba a titularse “Barcelona 92” y noventa y dos eran las personas que habían esperado turno en la azotea. Lo cambié porque me parece que, tristemente, el desencanto es mucho mayor y las condiciones sociales son mucho peores hoy día que en el 92. Y porque los intentos continuados de Madrid por ser sede olímpica también han de tener algo de desesperanzador. Así que todo me cuadró. Espero haber resuelto tu duda. Y si ya te he convencido de que el título es el adecuado, mejor que mejor 😉"

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