La noche del jueves pasado fue muy especial. Nos reunimos en el madrileño barrio de Malasaña un buen grupo de amigos enamorados del microrrelato con la excusa de presentar los libros de la editorial Enkuadres Érase de una vez, de Ana Vidal, y Producto interior muy bruto, del menda. Para ello escogimos, cómo no, un bar. El Bar Martínez, dotado de un sótano mazmorril y tenebroso ideal para saraos de este jaez. Y de Gin Mare.
Abrió el fuego el editor, Sergi Martínez (que nada tiene que ver con el bar homónimo de sótano mazmorril y tenebroso), quien rápidamente dio paso a Manu Espada y a Ana Vidal. Entrevistó el primero a la segunda, respondió la segunda a las preguntas del primero, nos habló Manu de la literatura y de las mujeres (en tanto que escritoras, entiéndaseme), obsequió a Ana con una segunda edición de su propio libro y a los asistentes con unos cuentos infantiles y unos patitos de goma que fueron acogidos magníficamente por los presentes, presentados incluidos. Y ambos leyeron cuentos de Ana, muchos cuentos, con la ayuda estelar de los amigos micronarradores invitados, Javier Ximens, Manuel Rebollar, la microloca Eva Díaz Riobello y Rosa Martínez (que tampoco tiene nada que ver con el bar homónimo de sótano mazmorril y tenebroso y a quien debemos las fotos que ilustran esta nota y muchas más). El numeroso público congregado para la ocasión rompió en un entregado aplauso a los dos protagonistas cuando finalizó la primera parte del acto y se dio paso a la presentación del segundo libro.
Me sorprendió Kike Parra con un par de preguntas sobre Producto interior muy bruto cuyas respuestas intenté eludir lo más torpemente que supe y pasó el presentador, a continuación, a leer la carta de un lector muy fan de mi obra, el levantador de piedras vasco Íñigo Arriola. Una misiva que hilaba tan bien la serie de relatos que fue leyendo el mismo Kike que hubo quien la creyó falsa. Reímos de lo lindo con las ocurrencias de Kike, digo de Íñigo. Y luego llegó mi turno. Y hablé de cosas y leí cosas. Y Ana Vidal me hizo el favor de leer también y se cerró, de este modo, un círculo perfecto con más aplausos y eso está muy bien.
Llegaron las firmas de ejemplares, siguieron más saludos y reencuentros, más copas y más risas, y el extravío en la noche madrileña de Washington Jaramillo y vino, más tarde, una cena improvisada donde siete valientes dieron buena cuenta de lo que al camarero de no sé qué bar le dio la gana ir sirviendo. Y después, ah, sí, llegó lo de después.
Que hasta aquí puedo leer, amigos.
Lo pasamos muy bien!
ResponderEliminarYa lo creo, Javier. Me alegró mucho reencontrarme con vosotros.
EliminarFue una tardenochemadrugada muy amena... Y hasta ahí puedo leer...
ResponderEliminarBesos desde el aire
No leas, no leas más que todo lo legible ya está escrito. Shhhh.
EliminarBesos desde el bancal.
Fue un lujazo estar allí, entre tanta buena gente y letras tan interesantes.
ResponderEliminarUn abrazo, David
Gracias, Ángel, por dedicarme siempre palabras tan amables.
EliminarOtro abrazo para ti. Nos vemos pronto,
D.