martes, 3 de enero de 2017
El cazador
Los dos perros brincan, juguetones, a su alrededor y la chica de la mochila verde les dedica unas caricias. Silbo y vuelven a la carrera. Cuando la peregrina llega a mi altura, me disculpo y ella le resta importancia al episodio y me sonríe. Les sonríe. Mis perros jadean. Están contentos. Nos miran. Buen camino, le digo. Entonces descubre el bote de pintura detrás del tronco donde está pintada, todavía fresca, la última flecha amarilla que la ha conducido hasta mí.
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