Contrariado por la respuesta del camarero, el joven Marcel pide que le traigan cualquier cosa con el té. En mala hora accedió a acompañar a su amigo René a este país de salvajes donde ni siquiera saben qué son las magdalenas, masculla al dejar el bastón en la silla. Mira con recelo cómo el camarero vuelve y deja sobre la mesa la infusión y un platito con un sobao. Observa desde la distancia el cuadrado de bizcocho mientras corrige la guía del bigote con una elegante caricia. Se decide finalmente: lo coge, le da un bocado con precaución y lo devuelve al plato. Descubre un brillo aceitoso en sus dedos y apenas consigue disimular la mueca de asco que le provoca. Mastica con desgana y, de repente, siente el gusto de la mantequilla y los huevos, el del azúcar y el licor, la leve acidez del limón rallado, sabores que se expanden por su paladar transportándolo a valles de complicada orografía cuya existencia ignora. Reconoce, apesadumbrado, que el sobao le está encantando.
Decide dejar la búsqueda del tiempo perdido para mejor ocasión y le hace una seña al camarero para que le traiga otro. Ahora con un orujo de hierbas.
me ha encantado david vuelves con fuerza viva marcel, viva el concepto proustsiano con que miras el mundo perdido ante un sobao. Genial
ResponderEliminarAbrazos
Gracias, Manuel, siempre amable en tus comentarios. ¡Y que vivan los sobaos!, ¿a que sí?
EliminarAbrazos,
D.
Huuuummmm, Cantabria sabe a sobao. Un micro que despierta las ganas de llevarse uno a la boca.
ResponderEliminar¡Elisa, dichosos los ojos! En realidad, el micro da tantas ganas de llevarse un sobao a la boca como de escribir un tomazo así de gordo. Tú verás por lo que te decantas ;-)
EliminarLa búsqueda del sobao perdido... será pasiego, sí, porque mira que son malos los sobaos envasados.
ResponderEliminarLa respuesta es el sobao 3D que acaba de inventar Susana Revuelta. ¡Al tiempo!
ResponderEliminarMe ha entrado hambre, además de una sonrisa. Buen micro.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias, Geus. Siempre es buena noticia ver caras nuevas por aquí y más que estén sonriendo. Mi casa es tu casa.
EliminarUn saludo,
D.
Si Proust hubiese probado los sobaos...
ResponderEliminarEnhorabuena, Vivancos.
Besos desde el aire
Si yo hubiese leído a Proust...
EliminarGracias, Martínez.
Besos desde el bancal
Marcel y su magdalena, pero donde esté un buen sobao, no hay magdalena que resista. Y encima después de leer este micro que me han dado ganas de comer sobaos ¡jolines!
ResponderEliminarBesitos
Qué bueno que te prodigues por aquí, Elysa. Siempre eres bien recibida.
EliminarBesitos y sobaos,
D.