Soy de esos centistas a los qe les gsta escribir por las mañanas. No encentro otro momento mejor para hacerlo. Me encanta sentarme delante del ordenador con la ventana abierta y bscar inspiración en la montaña qe veo ahí enfrente. Me relaja s imponente presencia, qe me ayda a encontrar siempre la palabra precisa. También lo consigen el canto de los grillos y las vanidosas llamadas de los gallos, tan orgllosos como est´pidos ellos. Es como estar en el campo an viviendo en la cidad.
Estaba trabajando, como digo, na mañana en n relato cando, de pronto, se posó sobre el teclado na mariqita. Y lo hizo jsto encima de la letra qe está entre las dos íes, la griega y la latina, la misma qe estoy evitando emplear por miedo a aplastar al insensato insecto. Si al menos se hbiera instalado encima de otra letra menos com´n… Soplé para ver si se iba volando, igal qe había llegado hasta la tecla, pero nada. Cada vez con mayor ferza e intensidad pero, vamos, ni por ésas, no hbo forma de qe se moviera. La mariqita me descentró de tal manera qe perdí el hilo de lo qe qería contar y ni el ir y venir de los gorriones por la cornisa ni el zmbido de las abejas entre las macetas de la terraza consigió serenarme y recondcir mi estado de ánimo.
Así estaba, pregntándome qé demonios hacer, cando, de repente, la mariqita empezó a caminar, plácidamente, como si nada tviera qe ver con mi angstiosa frstación. Detuvo su marcha en la tecla que comparten la coma y el punto y coma. Aquello fue demasiado para mí porque una cosa es verse obligado a escribir sin emplear la letra u y otra muy diferente es no poder puntuar un texto como Dios manda. Así que aproveché que el bicho (coma) que por impertinente y descarado ya me estaba resultando simpático (coma) por suerte no se había parado ni encima de la efe ni de la i ni de la ene para poner punto final a la historia y apagar el ordenador hasta el día siguiente. Donde (coma) por cierto (coma) espero (coma) a pesar de la cierta afinidad que digo sentir hacia la mariquita (coma) no volvérmela a encontrar.
FIN
Estupendo, novedoso, me ha encantado. Un saludo
ResponderEliminar¡Un comentario en el blog, un comentario en el blog! ¡Paren rotativas! Gracias, marido de la portera, por pasarte por aquí y dejar un comentario tan generoso.
EliminarMe hace muy feliz saber que te ha gustado el cuento. Un saludo,
D.
Genial...muy imaginativo. Me gustó.
ResponderEliminar¡Gracias, Sibila! Mentiría si negara lo contento que estoy de este relato. Y de que te haya gustado, más.
EliminarUna saludable bocanada de originalidad en este género donde no suele abundar en estos tiempos. Y un giro distinto a un procedimiento de ascendencia oulipista, ensayado en esta orilla por Luisa Valenzuela. Bravo.
ResponderEliminarGracias por hacerme llegar tu opinión, Graciela. Cada vez es más complicado sorprender al lector habitual de microrrelato y, cuando se consigue algo parecido, la satisfacción es doble.
EliminarHe leído poquito de Luisa Valenzuela, lo contenido en alguna antología del género, y recuerdo que sus escritos me dejaron un buen sabor de boca.
Un abrazo desde Barcelona,
D.